sábado, 24 de septiembre de 2011

La memoria rota



Llovió el tren su cruz azul. Nuestro equipaje son lunas
o misterios varados en la incertidumbre del aliento. Otra
ciudad como un pálpito y la ilusión infantil de los semáforos
como la cenefa roja de los duendes. Una pregunta en el cálido
azulejo, otra que se disfraza de alelí con sus sílabas neutras.
¿Soy yo la efigie que se rompe o quizá la desventura es un cráter
ambiguo, lleno de películas y fiebre? Tengo cinco dedos de
premura, una voz incansable y el eco de una canción en mi piel
de cisne. Mi juventud voló con alas de fuego y no supo entender
la esquiva cicatriz de los hospitales vacíos. He visto autobuses sin
odio dormir en el escondite de una luz indefensa. He visto la gloria
anudarse en las butacas raídas de un cine de entretiempo. Jugué
a ser héroe como quien marca los números del estío. Pero no hay
suerte más allá de la semilla, del ojo inmaculado que vigila su
sombra.¿oiréis acaso la furia del cristal cuando el licor es
un alce, erguido y múltiple, tan oscuro como un latido?
Conocí la burbuja que destroza tu sed, entendí la gloria infinita
de los plátanos, el orgullo inmemorial de un bulevar que ha roto
sus cadenas de artificio. Salían profetas del gran vientre y era
la luz un pretérito sin ramas, un alcohol sin nubes. Aún guardo
tu cuerpo como el destello fúnebre de esas horas que no vuelven.
En mi memoria los ojos se desnudan como las pupilas negras
del azor.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Carta a Blancanieves

Nunca debiste sembrar tu piel con lágrimas
de hastío. Y ese rojo o la furia del azabache
o la inocencia como un abril misterioso.
Tú la más bella, tú la que roza el espejo con
músculos de arena. La envidia es un dios
taciturno-hay mujeres sin hambre, mientras
otras fabrican su miel de acíbar y plenilunio-.
La huida, la huida se refleja en ti como el símbolo
azul de un pájaro, conocerás el sombrío ejército de las
ramas, los gorriones que se asustan con tu elixir,
los habitantes del bosque, sencillos como la luz
que entreteje la perfidia. Pero en la memoria
del claroscuro un vértice se eleva(sin las plumas
y los mapas, la disciplina que anuncia en su
féretro la inquina de un puñal, el agudo estigma
que rompe la fiebre del hierro como si fuera su
augusta sombra o su adiós). No temas porque
tu luz es la doctrina y ellos, los príncipes
de la noche infantil, hace tiempo que desnudan
sus albas y viven en sus muecas de azúcar
y enebro. Oh princesa que buscas el hogar en
la desventura y conviertes tus ojos en laberintos
de orgullo. Ellos, los hombres que amanecieron
sin alma sirven al ritual, tu sombra les da vida,
tu quietud les eleva como arcángeles de jazmín.
Y de pronto el brillo y ese color que palpita
en la fibra de un corazón esquivo, y ese aliento
que sabe a dulzor o a embeleso, a hiel y a
oscura planicie de maldad. Entre los castaños,
al pie de un roble, cuando llora el manantial
y mil pupilas agitan su verde, en tu cárcel ya
toda luz, con la risa que amamanta inviernos
y un sol que desnuda el último verano, hallarás
la magia, las elipses de un cuento que son a la
verdad lo que la misma verdad ignora.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Ese lugar que es mi refugio

Ahí donde el púrpura es cristal y la imagen
se desnuda como un rompeolas ciego.

En el sudor, en la iconografía del delito.

En la atmósfera que cría golondrinas y no miente.

En tus piernas redondas, en tu luz sin mapas.