lunes, 30 de enero de 2012

Escúchame

El suelo húmedo y los parterres sin luz. Es así el camino,
una zigzag de memorias cansadas bajo los semáforos
del silencio. Tu ruta es un calendario de verbos al sol
porque vas al laberinto de la palabra, al eje inmortal
que abandona futuros como llaves abiertas de un espejo
infeliz. Tu vida se parece a una canción extasiada o quizá
en los pantanos de una pregunta todavía escuches la música
del niño que viaja con su acordeón sin músculo ni herencia.
Has vomitado sueños de juventud mientras los autobuses
describen un céfiro en las lunas viajeras, en los toboganes
que visitan los jardines como ceniza o muerte.¿Y si los ojos
de quien no ve recitaran el verso como un antídoto contra
el epitafio y la locura? He soñado tus nalgas como un puerto
rojo y en su ramaje hay amarillas sendas de subterfugio
y volcán(un mar que ya no es un mar sino un gesto amargo
de polvo y columpios). Dancemos como máscaras sobre
un interruptor vacío, llega el vino azul a tu tallo y pronuncias
el mástil de las horas venideras como un grito o una verdad.
Descubres voces en el crepúsculo y es demasiado el frenesí
para un adjetivo que se ha vuelto rosa.¿Te duele el temblor
de la oruga cuando de estación en estación sus branquias
iluminan la noche de las noches, cualquier pozo sin apellidos?
Nadie sabe lo que el profeta odia, en su viento los satélites
del horror son aceitunas o crisálidas. Esta ciudad ha sido
nombre, esqueleto, ciempiés, caverna o antifaz. En sus
ovarios yo he conocido la luz, lo que se dobla y se dobla
como un pájaro oscuro, y ya no hiere.

martes, 24 de enero de 2012

Aún me queda la esperanza

Tanto tiempo abandonado a mi sed
que los rostros se columpian en mi rostro
y las imágenes perdidas
regresan al dolor y a la luz.

Pasos que descoyuntan el aire
y rosas de desnudo vientre me habitan.

Cuerpos hay que son horizonte de melancolía,
almas a la vez pasajeras y sólidas
como los pilares de un templo azul.

Mi vida ha torcido su gesto
y los ríos que van dejando su estela
se dibujan como ágiles Pegasos,
cuya memoria soy incapaz de deletrear.

Los huesos de la infancia alzan el grito
(su primavera es infinita como lo es el jardín de los ángeles),
el oro de una juventud de cristal todavía me roza
con su viento incólume, y quedan los sabores dulces,
el tacto y su huella sobre la piel de los ojos,
quebrándose en la escarcha
de los años raídos.

¡Qué fácil fue escoger el camino de las sombras,
a tientas, sobre carámbanos de ilusión!
Ausente de mi en las noches de alcohol y palabras,
el mundo se convertía en la ficción de un espectro,
las mujeres, en la extrañeza de un sol de bolsillo,
el futuro en una lámpara incandescente de vida inmortal.

No hay refugio cuando el pájaro mira su vuelo
y la jaula se enciende con todo su fulgor
de melancolía.

Vivir la magia de los campos, la cadencia ostentosa del mar,
el eterno maquillaje del cielo. ¡Tantas cosas que nos iluminan aún!

Hoy busco el frenesí de mis pupilas, el susurro omnisciente del aire,
la magia de la luz, y en ellos encuentro un motivo de esperanza,
un faro de eternidad.

domingo, 8 de enero de 2012

Teseo



¿A cuántos mares devolverás la aventura sin luz?

El elegido no teme al círculo, su país es una nave de amapolas,
su raíz el tiempo ambiguo, la sed de los ojos sin párpado.

Es tu destino la sinrazón de la justicia,
un hombre que no regresa, un arma sin pantanos,
la oscura geometría de los árboles,
el hierro que no finge su hermética estructura.

Tienes un nombre que hereda vientos,
en el músculo los poetas eligen su canto,
innombrable o ciego.

En la curva de tu edad, en el desafío, en el misterio
los rompeolas de la virginidad describen círculos de hojalata.

Pero tú eres príncipe y te ofreces como un sol al hastío,
a quien escupe palabras de fuego entre la piedra y el ruiseñor.

¿Hay mil lenguas de mar o teas que exhiben una señal
entre tu desdén y tu lágrima?

Allí en los pies del fango, un labio te ausculta el signo,
una vena, un tábano sin música ni armazón te cubre el pecho
de conciencia y designio.

Has roto la efigie y no has regresado al aullido.

El viaje son dos soles sin mapa, escuchas la marea
como un diapasón de mentiras, cóncavo,
anidado en secretos.

Tu país no se ha dibujado en la esfera,
el color niega la virtud del oro, su puntual ejercicio de éxtasis.

Alguien dibuja hilos sin hemisferio, sólo el profundo eco
regresa con las alas del dios en la pregunta-es cierto,
ya eres la mitad del héroe, la luz en los pantanos,
la profunda queja de un sueño, las hembras sin pecho,
indomables, rojas como un pálpito-.

Son años de amistad con el dolor, el regocijo de un rosal
de vientres alados, los omoplatos ansían metáforas
en su ruido de címbalos.

¿Hay nostalgia o es una sed de parajes tu recuerdo?

martes, 3 de enero de 2012

Las golondrinas se alejan

Primero el silencio de arcilla y pasos
sin heridas o luz. Ese es nuestro futuro,
sus ventanas de metal como miembros
de un corazón amargo. ¿Has oído la voz
del rompeolas con sus féretros de espuma
y su hogar vacio de incienso? En la memoria
del parque las golondrinas se alejan, porque
sus laberintos no huelen a mar ni hay diademas
que devuelvan su brillo a los omoplatos del
presente. Tu casa como un furgón inhóspito
-hasta que las llamas con su candor de niña
abracen la cruz del desgarro o el éxtasis que
bautiza mi fe-. Son diez años de paredes
de invierno, palabras de vaivén, limpios
ascensores sin collar ni lujuria. Afuera
el viento clama por sus enredaderas de sal,
mientras los policías de la luz abrazan el nido
que murió virgen con sus cantos de amapola
y sus lúgubres espejos de alcanfor. Nunca olvides
las llaves sobre un rostro blanco, que no sea
el destino ciego la almendra de tus horas tardías,
la senectud del estío o tu noche.