miércoles, 20 de marzo de 2013

Cambiar de vida

Cambiar de vida con mi juventud hecha pedazos.

Otra ciudad vieja y cansada, otro ritmo, otras palabras
que viajan solas.

¿Cuándo adiviné este temblor de la sangre, la fiebre
que bendice mi despertar?.Gárgolas de fiereza azul,
cuervos solemnemente dirigidos, niños que se creen
hombres, mentiras que se acumulan como desperdicios
ingrávidos.

Aquí todo es invierno(hasta la música suena a estalactita,
a cuerpos frágiles como copos de humo).

Tengo diecisiete años, mi esqueleto revive, mi vestimenta
me abriga con apariencia de ángel.

¡Qué ambiguo el dolor que se recoge en mis pasos, cuando
la mañana retoza y las estatuas no miran!. La humedad deja
un brillo apagado en las aceras, los cristales, cada vez más
grises todavía reflejan los cuerpos, el silencio de los mercados
no tiene nombre.

Pero estas tú sin saber quien eres, está el rastro de un acento,
la piel que cuidas con armonía de danza, los ojos delicados
del témpano, fríos como un dios.

Ya no espero más que un fluir(de tiempo, de brisa, de agua, de mi)
¿dejaré que el destino me convoque en la negritud de los teatros,
en las colas donde tu espalda forma un guiño de amargor y deseo?.

Sobrevive el mar como una lengua de espuma, al doblar las esquinas
el aire llega roto, salado, febril.

Siempre pensé que me esperarías(en las tardes de mayo, bajo los árboles
que depositan su espolón azul en tus pechos ardidos, en tu mirada inquieta)
como si la luz fuera este poema esquivo que habla por ti, por quien ya no existe.

Pluma infatigable de este eterno río de azar.

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