sábado, 30 de noviembre de 2013

La uña



Cóncava como un grito inmaduro. Aleteó
el empuje de las falanges hacia el orondo
eclipse de la noche. Fue como un gong
de furia su latir. La consecuencia, el oro
negro de la gangrena. Cayó en combate
lo mismo que un héroe póstumo. Aún
espera arrodillada el renacer de su raíz
mágica. Separada de la carne su beso
huele a penumbra. Es un soldado de mi
cuerpo, una luz que morirá pronto. Cola
de lagarto o vida estéril su flor negra.


viernes, 29 de noviembre de 2013

La playa dormida



El aire marino que no conoces.

Este sol que dibuja el azul y la nube.

Vivir en un color y solo responder
con la mirada.

¿Cuánto tiempo, en qué latitud
mi sombra de cristal?

Mientras,
yo leo
viejas novelas que hablan
de países de bruma,
de familias extensas
como un mar infinito.

No existe el discurrir noble de los días,
tampoco la alegría de la imposibilidad nocturna
o la razón de un perfil inmaduro.

Descansan en el crisol de la arena
los cuerpos vencidos
y es un arco de luz la añoranza.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Historia simple de las edades

Al principio es un brazo quien forma ágil
el ejercicio del péndulo.

Ojos que contemplan el misterio pero no dan
razón ni habla.

De súbito transitas como un dios,
alegre, perdido entre las cosas sin patria.

Hoy es el juego tu virtud, mañana las verdades
aprendidas enlazarán una alfombra de héroes secos.

Crecerá el tallo y revivirá la sangre
y comprenderás al fin que estás vivo.

No tardará el deseo en abrir sus alas, tu cuerpo poderoso
sonreirá a los músculos, a la voluntad, al imperio
de los vasos jóvenes.

El horizonte será un punto difuso, tus pies de equilibrista
no recordarán el sueño de los cometas.

La madurez buscará la carne dentro de la carne, el hijo
que es la risa, la plenitud inesperada.

Has medido mal, ya la edad te nombra como eclipse
y pesa el murmullo de lo inalcanzable como un gong imberbe.

No te preocupes si la matemática de los días ha naufragado.

Ahora con el peso de la madurez en las costillas recuperas
el corazón alado de la memoria, su devenir de ungüentos,
la dulzura de los mapas que ya no existen.







lunes, 25 de noviembre de 2013

Radiografía del deseo pueril

Los cantos de sexo son profundos, hieren
las preguntas, la noche y el azar.

Cada vez la ruta se alimenta de esperas(ya sabes
como crece el rojo de la rutina en los días sin patria).

Llega el marfil de un cuerpo hasta el iris perdido
y nada ni nadie sabrá del misterio del niño que tiembla.

Una vez soñé con los ojos de un pijama, dentro
las lineas son perfiles, el pudor blanco se abre como
abanico en la memoria y saluda al fin el visaje oriental
que fue guiño inerte.

Y es que el deseo no es más que un aullido mutilado
por las sombras de un nombre que sabe a mar o quizá
a pureza inconmovible o a luna en el labio que calla.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Las sombras tristes de mi locura

Esa ciudad ya no tiene nombre. Tu auto dobla las esquinas
de curiosos arriates sin pálpito. Hoy hablaré con la espalda
dormida sobre la memoria de las palomas. En la sintaxis
de un televisor mil versos cabalgan. Y son pantera y azul,
crema de los días, naves espaciales en los ojos sin duende.
No oirás, no oirás la metamorfosis que aúna la piel y el misterio.
Quien te vence es un pájaro negro sin ramas ni estío.
¿Y si no desnudas la cruz que queda del solsticio, tan irreal
que ya no se anuncia? Invisibles celdas te arropan. Oídos
cálidos de sarmiento. Afuera los ecos del mercado
son oscuros como un latido neutro y difuso. Es solemne
el canto de las páginas, la luz que asombra entre el linóleo
y su adiós, y más cerca el jardín de un solo apellido y la
cabalgadura de unas escaleras sin mar. ¿Me devolverás
el ejercicio intacto de las alfombras que no han conocido
su latitud? No pienses en el hemisferio gris, hay alguaciles
en cualquier reja o robustos ejes que aman las calles
de medianoche con sus lágrimas de sal. Mi hotel
se viste como un anfibio rojo, ya no enseña la simetría
del augurio, el porvenir ciego de los mamíferos.
Pero yo me sitúo en la noche, como un cadáver
sonrío al tránsito dentro del tránsito y amo la luz,
el clímax, aquel sudor de los trampolines en mis
circunloquios de alambre. Vuelve a mi sed ambigua,
sin cataratas ni frontispicio. Sólo el candor de una melodía
que ya no te conoce, piedra infantil que rememora el áspid.
Paseé sobre ti como un vómito y sentí las manos firmes del vidrio
en mi locura. Nunca supe de primaveras, pero el sol,
aquel viejo caudillo, encendía la memoria de un cáliz
insomne en mis horas de dicha, en mis látigos sin sueño.





viernes, 22 de noviembre de 2013

Un dia en la casa de citas

Esta casa abre su gesto de boca inmensa,
su osario de pájaro
o alguacil.

Dentro, los pasillos escarlatas, los dorados,
la costumbre que imagina los juegos, los dinteles
y las molduras, el sonido monocorde
del teléfono.

Mi música de ángel que vuelve a las llagas del día.

Sordos orificios de automóviles vacíos, el roce
de películas antiguas desde el piso gris de los ojos ausentes...

¿Quién sabrá de las linternas que iluminan los pasos de la estrella,
los sueños de juventud, el movimiento de las caderas que es futuro
y candor?

Luego, la canción gris de la locura, escuchando los trinos
de la sangre que desconocen los espejos del mar.

En el ayer caben sombras y también luces, o llamas de infierno
o magdalenas, o gatos que nunca han existido.

Igual que yo.



lunes, 18 de noviembre de 2013

Nocturno de Rafael Alberti

Debía de tener quince o dieciséis años cuando escuché por primera vez a Paco Ibañez. No sabía entonces lo que era la poesía. Si hoy lo sé, en gran parte,es gracias a él.

Amor

No me lleves al sudor del sexo inútil.

Deja que tu cuerpo me ambicione,
que tu alma me sorba como un alud
desesperado.

Tránsito de las edades

Ya no sabrás porque oscurece el nido.

Alas viajeras en los días infantiles,
alas que sudan el cansancio de la edad,
alas que se pliegan como flores vencidas.

Al principio es un sol de dos mitades el que engendra la luz.

Con los años, el marfil se asombra de esos caminos
bifurcados que el delta del orgullo ya no ampara.

Una linea de huesos escondidos, de frases sin nombre,
de silencios azules entre un dédalo y la piel.

De pronto creces y nadie escucha lo veraz del aullido
y en un soliloquio encuentras las llaves de esa longitud
que te añora o te sufre.

Ya vives en la raíz, un igual que mira a las saetas del destino
como si en tu mano estrujaras un collar oscuro.

Joven que resucita a la luz, ojos que han varado la costumbre
de ese guiño a la obediencia que llamamos niñez.

Un sexo de diamantes golpeará en la música de tu razón
y serás el espectáculo de las noches sin mar, islas que arrojan
su viento en las sentinas del ayer.





sábado, 16 de noviembre de 2013

La mala noticia

Una llamada de silencios.

Todo el fulgor del escondite
en la luna amarga.

Se rompen las ventanas del tiempo,
los ladridos del azar.

¿Qué dices?


viernes, 15 de noviembre de 2013

Meditaciones de mi otro yo



Sobrevivir al silencio de la luz y aprender
el confín de las horas viejas.

Afuera del pasillo hay otro pasillo sin memoria,
te busca en la sombra como un laberinto sin hogar.

Pero tú has crecido, después de la grieta,
cuando el semáforo te indicó la llamarada,
cuando la piel del disfraz se volvió roja como
una cruz.

De allí creció un ser desdoblado, pudo la memoria
ejercitar su eco gris de fantasmas para que al fin
los ojos grandes crecieran como sabios eclipses
del misterio.

Mi camino fue un rosal desnudo. Mi camino conoció
la gran ciudad, sus espejos inmóviles, la frialdad
de los anuncios, el infinitivo de unos sábados
de banderas blancas, sólidas como un arpegio.

¿Y si no puedes con el rastro infantil? ¿y si los desechos
del tiempo brillan en tu noche igual que témpanos de luz?

No olvides tu razón callada, has navegado entre párpados
vacíos, entre luminarias cuya falsedad llevaba guirnaldas
o mercurios o cenefas de óxido.

Tu verdad se ha vestido con orines de canción, con simples
frutos que has arrojado al desdén.

Y es que en tu voz aún reconoces una virtud rota, tu furia
y tu templanza, las falacias de un hombre que medita su existir.

Largo es el recorrido de la pregunta ¿será de nieve o será de sol
mi cuerpo?

Sólo un instante separa el dolor del tallo firme.

Si yo pude, tú también podrás ser pilar rojo de tu vida
o de tu noche estrellada.




miércoles, 13 de noviembre de 2013

Nos aguarda el viaje



El embrión del estigma miente. Rodillas como
gritos, la bienvenida del eco, crece la virtud,
sus pantanos son oasis, su vehículo la primavera
cejijunta del dulzor. Me aguarda el viaje como un falso
parterre en la mirada del sol. Llego a la costa imposible
donde las llaves del misterio se visten de playas,
mientras la savia dulce de los oráculos resucita
la mirada de los ojos acaudalados, el verbo transido
de las libélulas opacas, entre la noche y el olvido. Hay
caracolas de insomnio, ciudades sin pecho que huyen
de la dormida lluvia como trampolines hacia el espejo
en que te sueñas igual que un arlequín. Una y otra vez
tu silencio será la mirada intransitiva de una secuencia
que muere bajo la luz de un mañana incauto y fósil.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Aquel niño enfermo

Arrebujado entre las sábanas descubro el lento
paso del día. Es la enfermedad una dimensión
desconocida donde la piel sudorosa derrama
las lágrimas del sueño. Voces sin nombre percuten
como látigos en la conciencia desnuda, las imágenes
ociosas convierten el mecanismo de los relojes
en pasos de fantasma. Cada poco el beso de la madre,
las palabras conciliadoras como un bálsamo frío
y ese olor ocre que va poblando de ecos las paredes
de la habitación sombría. En mis manos un libro de hojas finas
me lleva a la aventura hacia un lugar y un mundo inexistentes.
Vendrá a mi la salud con su capa mágica, pero yo ya seré otro.
Regresará el tiempo a ser ese tiempo hostil y cotidiano
que tanto nos perturba y yo desearé la caricia de la fiebre,
con su ola de vértigo y sus héroes traslúcidos.

domingo, 10 de noviembre de 2013





"Si usted ha comprendido es que está equivocado"

Puede que Jacques Lacan, por una vez, tenga razón.

sábado, 9 de noviembre de 2013

Aún os recuerdo de niñas

Sois como hadas en una fotografía vieja.
Cada una emprendió un camino que nadie
pudo adivinar. Veo las trenzas, robustas
como un leño, veo la cara vespertina
del misterio, la magnitud oronda de
una piel moteada. Afluentes de este río
que llamamos vida. ¿adónde los sueños
que fueron calor, renuncia o palpito?
En la memoria queda esa luz que nunca
muere. Vuestra inquebrantable luz.

viernes, 8 de noviembre de 2013

El rebelde

No sabe que su juego es mortal.

Quiso ser pájaro de plata
o duende amarillo
o lobo azul.

Su rebeldía no conoce la edad del tiempo,
sufre, se ampara en toboganes perdidos.

Es su luz una máscara, una metamorfosis,
una renuncia que llora.

En este país de albura

Otro pájaro en este pájaro vacío. Signos en el aire,
nubes sin vigor, quilómetros de amapolas, una palabra
en la cueva. Volará el silencio y sus impronunciables
almenas nos recordaran el olor de los vicios exactos.
Ahora la prisión del aire, rubios enigmas florecen
en el idioma.¡Mira, ese camino de agua es el río
y aquellos campos la piel de esta tierra noble!. Aún
duermes, prendada en el ayer, viajando en los sueños
con la gracia del felino, acariciándote después de haber
temido la nada, hasta el horizonte que has poblado
de lenguas como un coro que no quisiera olvidarte.
Hoy, aquí, en este país de albura, te reclamo como
un don porque no existe otro dios que el marfil
de las acequias, la luz sin memoria que se adueña
de las plazas, la música de los hospitales o esa mirada
que vagabundea en el tránsito, acariciadora en su dolor.
Son los días cicatriz del mañana, las estatuas un dormido
eclipse de la razón, los juegos malabares vuelan por
encima de las cúpulas cuando tu esbelto talle se inclina
para no acariciar las casas rojas y azules, para no sentir
al hombre de las orejas puntiagudas susurrarte
que el absurdo es inocente, que la maldad guarda
otra belleza que la dulzura, que las inmensas torres
arrastran su cáliz más allá del agua, de la luz perdida.
Quise traerte a este lugar de latidos y sol para no
nombrar el terrible asedio de la duda. Buitres negros
se posan en campanarios oxidados y en las viejas iglesias
un perfume inmóvil deshollina las imágenes sin fe. ¿Qué somos
sino metal, cortinajes invisibles que persiguen al reloj
impío, ese reloj que otra vez has olvidado? Cuando
el círculo se vuelva luz entenderás el mar.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Trayectoria de una vida cualquiera



Primero, el llanto invisible del hastío.

Madura la sombra sobre la sombra como un árbol
prematuramente viejo.

Son años de disturbio y risas, son caricias en la noche
como peterpanes azules.

Estalla el cuerpo en primaveras de sal y la química engendra
vampiros y lujuria, héroes y amenazas en un párpado rojo.

Y después, la historia de la plenitud, la valentía del mercurio
en el semblante tierno de un rostro que maquilla las amapolas
y el dolor, hasta ser mar bravío en un seno o una luz.

Ya llega la palabra que es sosiego y candil, que se mira
y envejece como un latido inútil. Falsa agonía porque
la madurez encuentra los pantanos del futuro,
con la huella y la metamorfosis, con la esperanza
insolente o el sol perdido de la fábula.

En el hoy las fronteras de la edad escriben oscuras
gotas de ausencia, se trasladan a ese epitafio de hojas secas
que llamamos vida.

O, tal vez, preparación a la muerte.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Ninguna de las dos

Una cruz que olvidó la palabra. Volverá
la camisa a cuadros como un laberinto azul.
En el café subyace el eco de las pisadas frías,
los autobuses negros de la desesperanza.
Una cita inmóvil con las dalias por abrir
en los sueños de un tren herido. Ella
habla de cosas que nadie pronuncia
y es como un ajedrez su noche. Lejos,
la hospitalidad de los números rojos,
su rol de sobres lacrados en el aullido.
La otra, se dibujó en jardines, amó
las historias del vacío como pájaros
que odian su cicatriz de sinsabor. No
muere jamás el círculo ni el comodín
unísono del azar. He aquí la luz que llora.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Entre el ayer, el hoy y el mañana

¿Cómo diluir la arquitectura perfecta del ayer
con los ecos de una frase olvidada? Aún
y a través de tus piernas de niña adiviné
la cal del futuro. Había un nombre cuyo
ovario deslució la sincronía. De pronto
las raíces del color y un juego de hojas
inútiles como las aspas limpias del verano.
El automóvil cruza ventrículos de mar,
soñadoras espigas, campos que asumen
la singladura de un príncipe. La juventud
regresa y late junto al miedo, se ensombrece
con los pasos simples de la infancia, hasta
que llega el éxtasis de las horas ambiguas,
las noches de serpentinas blancas, la música
que ambiciona los señuelos de la piel o sus
especias. Nada dura más que un latido del
universo, el rayo o la fugaz quimera de una
ilusión, el asombro que miente en el día
de los horarios. Falta un beso de jazmín,
injusto como el mensaje de un dios o el
arlequín que enfunda un sol en su mentira.
Una vez quise ser ojo de renuncia, me probó
la luz de una pierna imposible, la piel rota
guarda estigmas que dividen el pensamiento
en calor y mortandad. Elegí la rubia atmósfera
de los pilares siempre vivos, aún a sabiendas
de que su leve tajo callaría con los años como
tiempo desnudo, invertido, clepsidra paciente
del hoy.



















sábado, 2 de noviembre de 2013

Primer amor



Todavía guardo mis juguetes de infancia.

En mi clase sólo existe
tu blusa a rayas, tus jeans metálicos.

Tu rostro tiene el rubor permanente del deseo,
en tus labios se adivina un sol quebradizo y múltiple,
un dibujo ondulante de mil espectros.

Aún no hemos hablado, pero ya conozco tu risa.
Me guías hacia los labios rojos de tu cohorte
(son amigas dispares, una grande y obnubilada,
otra menuda y fértil como un colibrí
de papel)mientras mi imaginación se excita
con versos de caligrafía temblorosa que van
y vienen como olas entre los pliegues de un cuaderno.

Es curioso cómo pasan las estaciones sin dejar huella ni memoria.

A los dieciséis años el tiempo nos parece algo volátil,
una pluma que gira en el torbellino de los días,
un pensamiento que crepita entre pompas de aire y sal.

Llegó el fin de un ciclo y el amanecer fue otra ciudad ya olvidada del mar,
serena como una antigua catedral que absorbiera nuestras conciencias.

Aún nos veríamos en vespertinas jornadas cuando el rumor de la tarde
invitaba a juegos de café, a paseos tranquilos junto a alamedas vacías
o en noches de candiles oscuros con el alcohol hostil hurgando en el adiós.