sábado, 30 de noviembre de 2013

La uña



Cóncava como un grito inmaduro. Aleteó
el empuje de las falanges hacia el orondo
eclipse de la noche. Fue como un gong
de furia su latir. La consecuencia, el oro
negro de la gangrena. Cayó en combate
lo mismo que un héroe póstumo. Aún
espera arrodillada el renacer de su raíz
mágica. Separada de la carne su beso
huele a penumbra. Es un soldado de mi
cuerpo, una luz que morirá pronto. Cola
de lagarto o vida estéril su flor negra.


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