domingo, 29 de diciembre de 2013

Historia simple del dolor

Este hoy que llora no admite verbos en mi luna.
Cicatrices de ámbar en el suelo gris. Una mecánica
extraña, de noches anfibias o de días sin nubes ni
alcanfor. ¿Será eso la juventud? No nací ayer, me dirás,
desde el azul de las hojas caídas. Mis latidos llegaron
a ser espejos o rombos en la historia de un enjambre.
Viví los amagos de la luz como un pájaro omnipresente
y limpio.¿Y qué si el atardecer de los magnolios arrodilló
su cerviz ante mi paso? Imagen, tras imagen hay un ejército
de salvas que no bendecirán mi latitud. Explora si puedes
como el náufrago que, ensimismado, recuerda los pasajeros
laberintos de cualquier ciudad. Un ojo triste te mira y sufre
por las efigies de una catedral sin mar, ¿abres un libro?
¿importa acaso la serpentina del tiempo? Recitas ese verso
innominado, el que no sabes ni nunca sabrás. Tu negación
es la tramoya que no bajará al artilugio de la piel, la que
en el sudor frío deja un racimo de flores inacabadas.


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