viernes, 28 de febrero de 2014

Perdido


Posiblemente sea la inercia quien te salve.

Has llegado a la misma hora,
y estás en el mismo sitio,
en el espacio desnudo de la palabra.

Hoy los versos dejan un sabor amargo en la lengua,
porque no basta la elocuencia si el tránsito de un cuerpo
arroja sobre ti su caída,
su huir alado.

Otra vez el pensamiento desvive la realidad
y son átomos de un sueño las verdades
que sobrenadan en el mar corto de un vaso
cautivo.

Afuera la lluvia no perdona el devenir insolente
de junio. Tú preguntas con garfios en la mirada,
y las pieles como yates a la deriva
se encaminan hacia el neón del círculo,
tras el rumor acrisolado de las voces
bajo paraguas de melancolía.

Y pides el último brebaje,
un cristal fino y transparente
donde absorbas la sangre amarilla de la expectación
y el denuedo.

Quizá la noche sea un presagio de luna
o quizá un vientre herido busque el perdón
junto a tus labios de sombra.

Quizá solo sueñes que eres otro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario