jueves, 4 de septiembre de 2014

Desde mi ventana



Uno mira el ojo intacto de la música
y se asoma al cristal como un viento triste.

Y no hay perdón, ni mácula ni arbitrio,
solo la incertidumbre de los días,
la memoria de los pasos alegres
en la vivacidad de un mes,
de una historia,
de un ciclo.

Como mi luz,
hambrienta de hecatombes y su urgencia
que en el rigor latente invita al ocio,
a la prontitud
o al misterio del devenir.

Y detrás, el pasillo y su brevedad,
el nadir sin pantanos,
las hojas como un manto de ingravidez
en la rutina hospitalaria.

Y tú que eres cuerpo y sombra, silencio tardío,
la luna que ha llorado un sol,
la melancolía en los jeans rojos,
un teléfono sin ámbar
en la senectud del olvido.

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