viernes, 22 de mayo de 2015

Las cosas



Yo no sé si fue esta casa o la otra
o fue el lugar donde habitan
las palomas incólumes.

Abre un cajón-cualquiera-
su individualidad son los objetos
que acarician tu pasado, su sombra lloró
como un niño que supo del destierro
antes de ser sol.

¿Y qué de la armonia de lo imposible,
y qué de la lucidez de los espejos
que te aman en la noche sin días,
en los días sin noche?

Aquel cuadro hablaba-un jarrón, un columpio,
un paisaje, una estela de muertos
sobre la pátina roja- porque dibujó el lugar,
el tiempo y la perfección
de la locura.

Otros paraísos son este paraíso,
la felina piel bajo las sábanas,
la cornucopia que envuelve
la dúctil obstinación de la sed.

Ah! de la voz de un padre, su omnímoda sonoridad
cubre la herida de las ventanas sin rostro,
se posa en la plata, en los libros vagamente
encuadernados, en la blanca ingravidez
del mármol.

Tu ayer es un eco sin amapolas,
una luz vieja en un amanecer limpio.

Por más que mires lo que el deseo desnuda,
nada-ni tu álgido desdén, ni tu invocación de náufrago-
lograran ser otra cosa
que las alas frágiles de un tiempo perdido.

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