lunes, 11 de mayo de 2015

Querida habitación

Yo sólo queria un sol blanco. A veces la luz
acariciaba el perfil invencible de las fotografías
como un beso albino de labios dulces. Todo
el silencio se refugiaba en la lágrima pura
del espejo, poblaba los brocados, los tules,
la cábala del algodón, la filigrana herida. La
tela de organdí sobre un lecho níveo, el plisado
levemente curvo de la frazada, el olor a jazmín
y a hierbabuena en el vientre de las plumas, la
memoria invencible de la caoba y su corazón
noble. Yo sólo queria un sol blanco sobre la testuz
de una imagen, un lirio sobre el pebetero de la plata
escondida, las perlas desordenadas en el secreter
proscrito. Y un murmullo que brotara del encaje
como un canto de ángeles o un aleteo de pájaros
en la mañana inconclusa.Querida habitación
de armarios vacíos, en los pliegues de tu ayer
el perdido cairel refulge como un ojo inmortal.
¡Y ya no sé del azogue, y ya no sé del bibelot
ni sé del visaje monstruoso de una mano que
todavia tiembla en la decrepitud del aire!. Todos
los recuerdos son el recuerdo de tu abrigo de luz.


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