viernes, 3 de julio de 2015

Viaje a ninguna parte



El lugar existe aunque las máscaras no hablen.

Vi la semilla de casas sin ser,
esqueletos que son abanicos
de cristal y atmósfera.

Y sin embargo hay huellas de suburbio,
campanarios sin sol,
gatos que ambicionan un beso.

Y rutas sin memoria
con nogales que arrodillan sus ramas
sobre las ubres de bicicletas ágiles
en un agosto benévolo.

Pero no es el dia el que vive en las hojas,
sube el auto sin preguntas
hacia el signo de los arcos innobles,
hacia el crepitar de las zarzas,
hacia la rotundidad de la piedra muda.

Y es el verde el ovillo de un río fértil
-la limpia pulcritud de los muros
se alza como un abrazo
a la servidumbre del molino,
al aire en las espigas doradas-.

Nunca el regreso a la raiz guarda incólume la verdad.

Perderse entre heridas de llagas y silencio
(baja el surco de esta carretera perdida
hacia el latido de los faros invisibles).

Nace un eco en mis pupilas
y no adivino su canción,
su árbol
ni su sombra.

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