lunes, 30 de noviembre de 2015

Un instante de eternidad

La laguna estigia es tu suelo.

Agua sobre agua en abril,
la razón que descubre tu imagen
perdida en los escaparates,
la duda invisible del horror.

Tengo equis años de insolencia
porque insolente es el tallo que no mira hacia atrás ,
como insolentes son las naves que anuncian
un mundo sin espejos en la lágrima adusta
del anciano.

Tú sabrás si hay una lógica para no querernos,
tú con tu pelo de espuma
y tus diálogos de niña,
tú que doblas las esquinas como un arlequín
-teatro del mundo
tu misterio.-

Mi voz no quiere hablar, su idioma es la luz,
su visión el paisaje y la música.

¿Para qué entender el sueño si ya no es virgen,
si el latido que fluye se entrecruza con la edad,
con los oscuros ejes del instinto,
con la máscara que desconoce
el perfil de tu rostro?

Sé donde vivo:
en los hemisferios del agua,
en la fiebre de los lobos,
en el dulzor de las columnas errantes.

Sé que la humedad
escribe rosas en el aire,
líquidas,
ausentes
como un manantial proscrito.

Si pudieras entender las cláusulas de un reloj,
si tu piel amara el segundo que rompe el ataúd,
si un icono vertiera su sangre en la inmediatez,
si el aullido entendiera el canto lúgubre de mi corazón;
seriamos instante sempiterno,
luz que enamora a la luz,
temblor de fábulas.

Ven y quemémonos bajo este sol
que no es tuyo, ni es mio,
ni es de los dos
ni es de nadie.







domingo, 29 de noviembre de 2015

Alrededor de la luz(un poema de Eloy Sánchez Rosillo)

Casi sin ver la realidad del día
ni la certeza de su claridad,
ando en busca de ti, de los vestigios
de unos años, de un mar, de unos lugares.
Porque la sombra avanza y los astros escriben
sus órdenes fatales en mi frente,
y es triste a solas proseguir la angustia
de los caminos que iniciamos juntos.

Pensar un cuerpo es inventar la noche
de las islas perdidas, el fulgor
olvidado en los brazos de la hierba.
Es difícil ahondar en el silencio,
llenar de amor el hueco que el instante
abre en el grito con que te pronuncio.

No escucho la presencia de tus pasos
vigilando la herida de los versos escritos
ni el temblor desolado de la tarde
deja en mi voz el poso transparente
de lo que ardió y se fue y es ya elegía.

Seguir es regresar, volver al borde
del lecho aquel, de la blancura en llamas.
La soledad me dicta letras anochecidas
y las horas se duermen en el pulso del tiempo.

Vuelve a llamarme. Esparce tus designios
en las proximidades de otra hoguera.
Se acabará el sonido del invierno,
la mirada extendida, la sed de las palabras
El deseo que recuerda el color de unos ojos
descansará en la tierra que conoce.
Las calles arderán a mediodía
y cantará la luz entre mis manos.

sábado, 28 de noviembre de 2015

Los malos días

Hay días que no miran al sol. Al contrario
descienden al escalofrío, subyugan el amor.
Hay días de cansancio que sobrevuelan la piel
marchita. Y ojos que sufren el daltonismo del miedo
cuando asoma la libertad entre la hojarasca imberbe.
Hay días en que no quisiera ver el rostro de quien
me acompaña, pero son los menos.

Fidelidad

Me gustaría creer que empieza por el amor,
por una luz o un sol. Después son episodios
de costumbre y desdén, de álgebra, de fuegos
artificiales, de experiencia y camino. Nunca
descubro otra sombra que el perfil que no
hiere. La bondad, la ternura, el odio amable,
el orgullo, la plenitud de compartir un horizonte
esquivo. Tú y yo en la edad de los mitos, tú
-también yo- en la memoria que se iza como
un geiser de esperanza. La negación de los espejos
porque pueden más la gratitud y la caricia amante.
Nuestra preocupación por el niño que crece, el lazo
que se encumbra junto a la sordidez de los días.
Y el cumplimiento del sigilo, día a día, como
raíces que plantan las bandera de este existir
que infinitamente nos une.

Fragmento de "Los muertos" de James Joyce

"Lágrimas generosas colmaron los ojos de Gabriel. Nunca había sentido aquello por ninguna mujer, pero supo que ese sentimiento tenía que ser amor. A sus ojos las lágrimas crecieron en la oscuridad parcial del cuarto y se imaginó que veía una figura de hombre, joven, de pie bajo un árbol anegado. Había otras formas próximas. Su alma se había acercado a esa región donde moran las huestes de los muertos."

viernes, 27 de noviembre de 2015

O noso sitio




A mesa é un cuadrángulo que non nos pertence.
O borboteo das palabras anuncia a sede de futuro.
Mirámonos sen entender o aullido da música, o vaso
que dilúe o seu arco iris cego. É curioso que un
admita a penumbra mentres a gargallada convida
a ser alcol entre nubes, grandilocuencia no mapa
que non sente a bágoa do día, só a calor das
noites eternas.



La mesa es un cuadrángulo que no nos pertenece.
El borboteo de las palabras anuncia la sed de futuro.
Nos miramos sin entender el aullido de la música,
el vaso que diluye su arco iris ciego. Es curioso que
uno admita la penumbra mientras la carcajada invita
a ser alcohol entre nubes, grandilocuencia en el mapa
que no siente la lágrima del día, solo el calor de las
noches eternas.

jueves, 26 de noviembre de 2015

Mi compañera

Es como abrir
un manantial que no cesa.

La visión de un cuerpo,
el lazo de la palabra,
la comunión de los ojos en la aventura,
el sinsabor de las horas muertas,
los espejos que no creen
en la virtud amable del hastío.

Hay zarcillos que nunca se ven,
aros imperceptibles,
miradas que deshabitan
el silencio del adiós.

Basta con que las sombras
aprendan a caminar juntas
igual que un recorrido por cumplir
o un misterio
que solo dos labios
saben pronunciar tras el eclipse de un rumor.

¿Qué somos? ¿una cruz
sin el álgido vaivén del abrazo,
un pilar que desdobla sus aristas de piedra
hasta un beso de eternidad?

¿Quizá la insolencia de compartir lo único?

martes, 24 de noviembre de 2015

De camino a una reunión de amigos

La noche es una gota que se detiene.

El cadáver de este edificio
al que llaman Catedral
no escribe en las nubes ninguna historia,
ningún deseo.

Al filo la música
es el orgullo o el imán
que gira en el silencio.

Cada paso mata el amarillo de las losas,
el suburbial encanto de la inquietud.

Vomitan los caballos de las fuentes
su memoria líquida
bajo la luna abstracta.

En mi estómago el licor imagina su cénit,
su Olimpo frágil.

¿Es julio en los dedos
o un calor sin palpito
enciende mi asombro?

Aunque no quiera los cisnes azules me acompañan
-no hay laguna ni nenúfares, ni peces dorados
ni brillos nocturnos-.

El letrero se agita
con el círculo de los murciélagos,
la semántica es un sol que aguarda sostenido
sobre las mesas del desahucio.

Hablamos de versos sin papel,
de esgrimas que adoran el rubor de los labios.

Nada existe más allá de un soliloquio
que se cansa de recitar la noche,
el alegre souvenir de las palabras sin destino
que nunca fueron énfasis inmortal
de príncipes.


domingo, 22 de noviembre de 2015

El recuerdo

¿Qué forma tiene el recuerdo?¿Es quizá una mano
pequeña que se aferra a otra mano cansada, mientras
la luz resplandece en un día de julio? ¿O es el dolor
que con el tiempo ya es solo palabra, mito o leyenda?
¿O es la risa, los empujones, un balón perdido tras la
cerca enmarañada? El recuerdo me busca en los pasillos
de la niñez, su nebulosa adquiere un blancor de alas,
una liviandad sin música. El recuerdo amó una vez
la juventud, tuvo sueños de labios azules y horizontes
irrepetibles de mares sin explorar, se ausentó de sí
cuando el éxtasis de la piel y la locura del deseo
fingieron una comunión extraña. No permanecen
en mi los hechos más cercanos, se diluyen como
marcas de agua en mis ayeres próximos, circulan
vencidos igual que fantasmas sobre un presente
avasallador. Persiste el recuerdo más puro, el
de la herida y el de la caricia, el del fracaso
y el que brilla bajo un sol de esperanza. Como
un viejo árbol miro los círculos cansados de mi
tronco, su huella fósil es mi verdad, la única, la
sola verdad de un hombre que simplemente pasa.

viernes, 20 de noviembre de 2015

Lluvia



De la lluvia amo el brillo
que deja en la piel de las fachadas.

A veces furia
otras calidez,
beso o ternura.

La lluvia es un grito
que se derrama entre las olas del aire,
su corazón de ángel
enciende los ríos de la vida,
su raíz viste de agua
la memoria de los impermeables,
el descuido de los paraguas,
el canto irreal de las alcantarillas.

Cuando tú paseas vestida de humedad
hay un eco gris que te sigue
como una jauría de perros líquidos,
callados, fieles.

Me entretiene la redondez y el espasmo
que la gota huida dibuja en el cristal.

Veo a lo lejos
los labios de la gárgola,
su saliva incansable,
su acuosa serenidad
de símbolo.

Y es en su ferocidad de ráfaga
donde yo encuentro mi ser,
desnudo, parado en las esquinas,
el agua, el viento, la sal
golpean mi rostro infantil;
y sé que más allá de este instante de fragor
hay una bendición que me atrae,
me doblega,
me abraza
con sus tentáculos de ninfa.

jueves, 19 de noviembre de 2015

Mi fantasma

Siempre fuiste un fantasma. Un fantasma
bueno, sí. Porque quien puebla los sueños
crece como una flor en el jardín de los días,
se asoma a la luz, descubre el hemisferio
que le da razón a su vida. Siempre fuiste un
reflejo en los cristales desnudos, una faz que
se esconde detrás de los visillos opacos como
una infamia o un eco. Siempre serás el símbolo
y la argucia de un episodio que sucede, de una
memoria que te encumbra sin querer, sin que
tú adivines el valor del silencio. Siempre serás
la lejanía del adiós que no ha conocido el abrazo
de esta invocación que no admite otro sol que
la ceniza de tu arbitrio.

martes, 17 de noviembre de 2015

Quiero ser pájaro

Un pájaro sueña que no es un pájaro.
Algo en mi me recuerda al laberinto
de las hojas grises, al sol que pasa
y se vierte en la raíz del no quiero.
Un edificio sin ventanas, una cruz
que sufre por el canto del horizonte.
Que sea el pájaro mi verdad, que se
clave en mi su lejanía, que nadie
interrumpa el vuelo de su estación,
el soliloquio que enciende el existir
de los cometas.

Las uvas



No es una mano que cae. Sus nervaduras
fueron ríos, sus lóbulos planetas de una
constelación no nombrada. El verde, el
morado, el rojo de la plenitud, la tibieza
de su piel, la semilla de un germen: he ahí
la memoria de la tierra. El don que acicala
los labios y convierte la sed en risa; tu rostro
en el cristal de esta copa que se eleva virgen
hacia la locura del éxtasis.

lunes, 16 de noviembre de 2015

Reivindicación de la adolescencia

Uno quisiera ser el grito en la luz, un aullido
simple, una rosa de fuego. En la piel el clamor
de la vida como un geiser en el mar de las auroras.
Yo fui este ayer que brota de la locura, yo reconozco
el jardín omnipresente, la injusticia que parpadea
en los óbitos del día. Pronto comprenderás que las
pisadas nunca destapan las nubes, que los ojos miran
a un horizonte de amapolas tras la cautividad de un
cuerpo fósil. Mi latitud son los círculos que rodean
el pasado como una arteria que llega al hoy con la
insensatez que clama por un dios ya extinto.

sábado, 14 de noviembre de 2015

Mi pequeño homenaje a las víctimas de París



Quien arma a la noche
no merece
el beso del día.

Mi rostro

Mi rostro no quiere un ayer. Le basta la ceniza
de los surcos, la escritura que parte de la sien
y no vuelve. Mi rostro confunde el cristal con
la noche, los reflejos con la memoria, la densidad
de un instante con el paso inocuo. Mi rostro
es un árbol caído entre los paisajes del hoy,
la huella que nadie ve en la primavera rota.
Mi rostro no se parece a mi, sus llagas son
oscuras, el resplandor no cabe en su perfil
de hoja. Mi rostro no me pertenece, quien
quiera recordar el equinoccio de un alma
esclarecida que arroje su efímera nieve lejos
del calor de una pausa. Sea pues el sol la luz
que se erige entre los álamos de un río que
se anuncia como latido y sur de un tiempo
inagotable.

Metal pesado(un poema de Carlos Marzal)

Igual que sucedía, siendo niños,
con las mágicas gotas de mercurio,
que se multiplicaban imposibles
en una perturbada geometría,
al romperse el termómetro, y daban a la fiebre
una pátina más de irrealidad,
el clima incomprensible de los relojes blandos.
Algo de ese fenómeno concierne a nuestra alma.
En un sentido estricto, cada cual
es obra de un sinfín de multiplicaciones,
de errores de la especie, de conquistas
contra la oscuridad. Un individuo
es en su anonimato una obra de arte,
un atávico mapa del tesoro
tatuado en la piel de las genealogías
y que lleva hasta él mismo a sangre y fuego.
No hay nada que no hayamos recibido
ni nada que no demos en herencia
Existe una razón para sentir orgullo
en mitad de esta fiebre que no acaba.
Somos custodios de un metal pesado,
lujosas gotas de mercurio amante.

viernes, 13 de noviembre de 2015

Los pasillos

En la inmensidad del pasillo aún crujen
las naves. Deja que sea yo la sombra en
el espacio vespertino, deja que los cánticos
del día alumbren las esquinas del tiempo
con rosetones de ambigüedad. Mi vida son
diez pasos de infantil noviembre. Tú ya sabes
que al regreso la voz parecerá una-la del padre,
la armonía de tu boca en él - pero yo seré capaz
de fingir espejos en las paredes, cuadros invencibles,
la locura de los gnomos cuando trepan al arquitrabe
de la ausencia. Mi pasillo no se viste de flores, sus
orillas son sagradas - el rito circunspecto de los baños,
las almohadas sin oráculo, la semilla de una habitación
nunca abierta-como el frenesí de los niños, entre balones
y lujuria, más allá de las ocho en la desidia. Los pasillos
son venas que no crecen, mira dentro de ti y encontrarás
la ruta del misterio, el don exacto de la inocencia feliz.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

El soñador

Es la imprudencia de los trenes lo que me alarma.

Sé el destino que me lleva a mi,
desconozco el porqué de un libro
que se abre en la noche.

Si le pregunto al viaje
me dice
que no hay un lazo azul
que vulnere la memoria.

Y no tengo prisa,
quiero que cada luz que pasa sea un sol,
quiero que los latidos del día
se oscurezcan
como una nube absorta.

¿Quién diseña el destino
cuando los raíles solo ejecutan
el paso de los pájaros,
el artificio de la vida
mientras la luz decae?

Como siempre
guardo el verbo en la mirada
y me cuesta entender el silencio
sin magia,
los azules que aprisionan
el alud.

Entiéndeme
porque el suicida solo apuesta una vez
y yo te busco en la caída,
lejos de tu estatura,
allí donde duermen las cenizas
del invierno.

Me acompañas
porque la soledad no ama el murmullo de las farolas,
me seduces con tu pasado
-que es parte del mio-
cuando nombras los espejos,
su inexactitud

Al fin
es la cortesía un tiempo perdido
y no vuelve nunca la esperanza
con las alas abiertas
como un guiñol
alucinado.

Es mas simple el existir,
yo soy el que sueña con los violines exhaustos,
con la quimérica flor
que nace
siempre
en todas las estaciones.

lunes, 9 de noviembre de 2015

La espina

Esa espina está ahí. Crece como una abeja fósil.
¿Quién pudiera desenredar el alba, elegir otro
camino lejos de la iconografía de los lugares
comunes, en el mismo ser que añora su infancia?
¡Qué fortuna la de aquél que reescribe su vida
con el horario simple de los pájaros! Sólo espero
que venga a mí la noche, que llegue al fin el olvido.

sábado, 7 de noviembre de 2015

El lamento de la criatura



En cada parte de mi hay un pedazo de alma.
Yo nací de la muerte como la carne de la vida.
La luz me hirió con su beso amante y yo no
supe descubrir el don del amor. Todos odian
su reflejo, todos temen al hombre que no habla,
todos son yo en la sima de su conciencia. Buscando
la luz me acerqué a la llama, su lamido de fiebre
quebró mi piel, encendió el dolor que ampara al
desvalido. Dicen que no soy la criatura de un dios,
la obra de la piedad, que no ven en mi nada humano,
que solo sé ahogar el grito del monstruo. Después
del desafío llega la ruindad. Búscame, padre, en el
corazón del bosque, en ese lugar donde no puedas
saciar tu odio, en la profunda oscuridad del sueño.

Como una sombra de ti

Cuando miro los espejos
veo el prisma.

Lo que dije ayer no me corresponde,
lo que diré mañana es una faz rota.

En el silencio de las tardes me interrogo
como un extraño camaleón
que a menudo añorara su color
primero.

Yo sé que me visten los principios de tu sombra.

Sé que no hay disfraz que interrumpa la decisión
de hallar un camino
entre los versos sin edad
de un naufragio.

Qué más da
si ya no escriben las palomas una huella breve
que marque la luz.

Mi identidad es lo que tú quieras,
la risa, el corazón entregado,
la flor en tu vientre
que se enmascara como un pájaro
incapaz de concebir otra vida.

Si me ves desnudo
entenderás que en el suburbio de los días
existe una magnitud de ecos,
una raíz insomne
que arroja su voz
contra la inocencia de un arpegio
hastiado.

jueves, 5 de noviembre de 2015

Anatomía de la felicidad

La felicidad es un asunto volátil.

Se reconoce cuando ya ha pasado,
en el presente se desliza como el aire tibio,
un mundo en color.

Toda la felicidad se resume en un grito,
la voz frente al mar que espanta las olas
y mide la lejanía del horizonte
con ojos de desafío.

Yo no recuerdo haber sido feliz
sólo recuerdo el halo que el éxtasis deja en los cuerpos,
la materia de la luz dibujando mi piel,
la lluvia tórrida contra mi rostro
mientras la risa ahogaba el miedo.

Tampoco os recuerdo
-ni a ti, ni a mi, ni a nadie-
pues la vida tiene el don
de ir borrando las huellas
con las miserias del día
o el pasajero rubor
de una carcajada en tránsito.

No,
no esperes de mi
un álbum de fotos perpetuamente señalado,
ni las palabras que viajan hacia un ayer de fantasía,
ni el goce repetido de visitar el mismo pub
o aquellas plazas donde el amor se poso en la mirada,
ausente de sí
como un desliz
o un susurro
o una caricia
que frota los dedos de la luz.

La felicidad vive hoy en este poema
que la niega,
porque hablo de mi
y describo en el espejo sin azogue
su espectral lisura,
su densidad que ya no pesa
en mis horas de paz,
en mis horas blancas
inmunes al vaivén de su látigo.



martes, 3 de noviembre de 2015

Oda al patito feo


Es tan solo el principio de la incertidumbre.
Porque yo no soy yo, ni los otros reconocen
el plumaje, la sinfonía, el sol que crece. Cada
latido rompe las ondas del agua, mi voz gira en
el lamento de los conjuntos. No soy el número
que aguarda la inexactitud, soy la fiebre que
inventa su camino entre las fisuras del azar
-como un verbo que entre las hojas tiembla-.
Todos los caminos son el camino que uno elige,
la búsqueda derrota al miedo hasta encontrar
el lago simple entre la armonía de los nenúfares
escarchados, el baile donde un coro anuncia la
nueva vida. Al fin, mi vida, que de repente estalla.

lunes, 2 de noviembre de 2015

Los labios

Es tan hermoso el mundo.

El mar en mi, el cielo en ti,
la vida en nosotros.

Aún sin conocerte ya existías aquí,
en la memoria de los trenes pálidos,
en las noches de espera
bajo la luna
del lúpulo y la fe.

Es hermoso
vivir desde la piel joven de los sueños
con cerezas en las manos
y un sol valiente
en la mirada.

Es hermoso pasear por tu cintura
algunos días cálidos,
gobernar la deriva de una ciudad inerte,
concebir la lujuria
mientras el río de las horas
deja un rumor de aire triste
en los labios.

En tus labios de fruta fértil,
en tu semilla
de alba.

Fragmento de "Un héroe de nuestro tiempo" de Mijail Lérmontov


" El sol ya había comenzado a ocultarse tras las nevadas crestas, cuando entré en el valle de Koishaur. El cochero, un osetio, arreaba incansable los caballos, para ascender antes de que anocheciese al monte de Koishaur, y cantaba a voz en cuello. ¡Hermoso lugar aquel valle! Por todos lados montañas inaccesibles, peñas rojizas, tapizadas de verde hiedra y coronadas por bosquecillos de plátanos; precipicios amarillentos, surcados por arroyadas; allá en lo alto, una dorada franja de nieve, y abajo, abrazándose a un riachuelo sin nombre, que surge tumultuoso de un negro y brumoso desfiladero, se extiende cual cinta de plata el Aragva, brillante como escamosa serpiente.
Al llegar a la falda del monte de Koishaur nos detuvimos junto a una taberna, donde se agolpaban bulliciosos unos veinte georgianos y montañeses; allí cerca había acampado para pernoctar una caravana de camellos. Tuve que alquilar bueyes para subir mi carreta a la maldita montaña, porque ya estábamos en otoño, el camino estaba helado y hasta la cima había unas dos verstas… Así pues, alquilé seis bueyes y contraté a varios osetios. Uno de ellos cargó con mi maleta y los restantes se pusieron a ayudar a los bueyes, aunque su ayuda se limitaba a dar gritos.
Detrás de mi carreta, cuatro bueyes arrastraban otra como si tal cosa, a pesar de que iba cargada hasta arriba. Eso me sorprendió. La seguía su dueño, fumando una pequeña pipa kabarda, montada en plata. Vestía capote de oficial sin charreteras e iba cubierto con un peludo gorro circasiano.
Parecía tener unos cincuenta años; su morena tez denotaba que estaba familiarizado hacía mucho con el sol transcaucasiano, y el prematuramente encanecido bigote no estaba en consonancia ni con la firmeza de su paso ni con su vigoroso aspecto. "

domingo, 1 de noviembre de 2015

Aquella maestra



Desde la ternura de una niñez perdida
la imagen llega fiel
como una caricia.

No sé su nombre ni qué palabras dijo,
no sé si es la misma
que hoy me observa
desde una fotografía escolar.

Quizá sus manos ajadas
ya no puedan recoger el lamento del azul
ni en su falda las palomas del cariño
arriben como pájaros perdidos
entre la oscuridad y el frío.

Es suficiente un rostro amable
para que la calidez germine
entre las hojas que nacen a la vida.

Me acompañó
con la dulzura de quien transita lo efímero,
su voz pesaba igual que un canto mudo,
su fragilidad media el territorio de la flor
cuando el aire
la malea.

Somos niños
los que habitamos el retrato de una edad
que sucumbió a la alegría.

¿Dónde estará la gracia de su corazón,
en qué remoto país
vive el cuerpo que dibujé
con los colores de un abrazo?

Hay rosas
que como ella
nunca mueren
del todo.