viernes, 13 de noviembre de 2015

Los pasillos

En la inmensidad del pasillo aún crujen
las naves. Deja que sea yo la sombra en
el espacio vespertino, deja que los cánticos
del día alumbren las esquinas del tiempo
con rosetones de ambigüedad. Mi vida son
diez pasos de infantil noviembre. Tú ya sabes
que al regreso la voz parecerá una-la del padre,
la armonía de tu boca en él - pero yo seré capaz
de fingir espejos en las paredes, cuadros invencibles,
la locura de los gnomos cuando trepan al arquitrabe
de la ausencia. Mi pasillo no se viste de flores, sus
orillas son sagradas - el rito circunspecto de los baños,
las almohadas sin oráculo, la semilla de una habitación
nunca abierta-como el frenesí de los niños, entre balones
y lujuria, más allá de las ocho en la desidia. Los pasillos
son venas que no crecen, mira dentro de ti y encontrarás
la ruta del misterio, el don exacto de la inocencia feliz.

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