sábado, 5 de noviembre de 2016

Queridos fantasmas

La tranquilidad de la luz en mi cama desnuda.
Los objetos que lloraron cuando no hubo ayer
ni mentira. Sin quererlo miro el reloj y no sé
a qué día viene. Las alfombras cubren la sed
de los pasillos como una piel bendecida o un ósculo
dorado. Estáis vosotros-vuestra ternura, el diagrama
de un silencio que aún recuerdo-. En el zócalo no
existe mi voz, puede que todavía no haya nacido
o que en la luz viva el único sueño que conozco.
Dejadme ser la casa que os cobije, venid junto
a mí, con la dulce levedad de lo que no ha sido,
ni será ni es.

2 comentarios:

  1. Muy sugerente este trato amistoso con los fantasmas que nos habitan. Salud.

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  2. Gracias, Julio, por pasarte por aquí y dejarme este comentario. Un abrazo.

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