jueves, 26 de enero de 2017

Como en un cuadro

Quisiera en el albor de una pintura
encender el recuerdo.

Allí como jauría dócil los lugares hallarían un orden,
un espacio y una luz.

Me queda la memoria donde cobran vida los sueños,
las alfombras que dibujé, los pasillos y su inmensidad,
la mansedumbre de los ocasos,
tantas voces que poblaron
los ciclos de un tiempo de guirnaldas
en la senectud del ayer.

Podría descubrir los ojos de una fotografía
en la mirada más torva,
quizá la abreviatura de un reloj
todavía escriba los latidos de la noche
en la piel del niño que fui.

Es posible que la fiebre se vuelva ardid
para recobrar la senda de los libros
en camas desnudas
bajo la caricia de un temor.

No inventé la languidez del asombro,
vino a mí igual que un cráter
o jardín
donde maquilla la quietud su esperanza.

Y sigue aquí después del oro marchito de las preguntas:
¿por qué regresas, en cuál imagen encontrarás la luz
si ya no eres resplandor de un cuerpo,
ilusión blanca que palpita?













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