domingo, 15 de enero de 2017

Las palabras que nos dijimos

Habrá quien implore por la semilla perdida,
igual que mamíferos
que acechan su corazón húmedo
mientras la luz escarba los planetas del olvido.

No voy a ti porque tu nombre aún exista,
tampoco por esa inmaculada voz
que en mis sueños fue surco,
ni por tus cabellos caídos sobre un hombro ausente
o por la desconocida mirada
con que alejas la vida o la muerte
que soy.

Voy a ti para heredar la pulsera
que un día dejaste en mi piel
y que hoy es una frase que prorrumpe insomne
y se instala en los ojos que callo,
en la sensatez que ignoro.

Todos los versos
se hicieron una vez paisaje: ríos, montes y mar,
aire vestido de cantos, bosques que agitaron sus ramas
contra la rotación de esta tierra
que nos cubre.

Somos el espacio de un vientre
que se mira en los espejos
de nuestra sombra.

Yo no sé si en los instantes
en que el tiempo yace como un pájaro quieto
tú regresas a las palabras que nos dijimos.

Tendrás entonces una palidez de ausencias
y un camino largo para recordar
los mil confines distantes.

Quizá descubras un sol en las arrugas que nos pueblan.

O un otoño cuyas flores vivieron
en la caricia rota de la separación.

2 comentarios:

  1. Sigues construyendo una obra sólida y convincente, Ramón. Enhorabuena.
    Salud.

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  2. Gracias, Julio. Sabes que valoro tu opinión. Un fuerte abrazo.

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