domingo, 11 de junio de 2017

Carta de Lord Henry a Dorian Gray



Nunca pensé en la perfección o la inmortalidad.

Un cuadro es solo un dibujo
que la inconsciencia del pintor dimensiona.

Si fuiste tú este dios de perfiles de asombro,
si la vanagloria del pincel encuentra un mito en la noche
y rescata de los misterios
la insoluble candidez de lo eterno
no me culpes.

Tú que entre las frases has adquirido
la forma del mármol,
tú que ambicionas una máscara
que no elija entre el hoy y el mañana
podrás inventar una luz que nunca llore,
que sea la linterna que resucita el mundo,
con su fulgor sin sombra
y sus cánticos alados.

Todo jardín necesita la plegaría de la vida
y qué es la vida sin un don,
el placer que se arrodilla ante un labio,
la proximidad de los cuerpos
que buscan su centro incólume,
quizá la insolencia de la humana desdicha
o la debilidad que asoma
en los corazones entregados.

Ninguna de esas mujeres
comprendió la felicidad de una llama eterna,
solo fueron candor o deseo,
el insomnio tras la aventura de poseer
una piel que va a morir
después de haber probado tu ceniza.

En la memoria de este cuchillo
quedará la locura de una belleza sin molde,
la sospecha de que existe una doblez
que te mira desde el suelo,
roto el lienzo donde la muerte confunde
el frenesí de un pacto que al fin arrastra
en su alud tu miseria.

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