martes, 14 de noviembre de 2017

En la fiesta

Ahora que está mi vaso vacío
-y ya es tiempo-
un cubo de hielo permanece allí
como un iceberg dormido.

Hay un rumor de palabras oscuras
que rebotan en la pared
y vuelven al círculo
tan lejano de mí.

Las risas, el alcohol, los labios rojos,
el esmoquin y la naftalina,
el sudor que amanece en las yemas
de unos dedos prensiles,
forman un coro que sobrevuela la música,
la luz y el espacio donde los cuerpos
se asemejan a un nido ya putrefacto.

Alguien roza mi hombro
y las golondrinas de la espera alzan
sus picos de hastío y locura .

Se astilla algo en mi interior
porque la piel escribe enigmas
y mis oídos cuelgan como campanas
que no quieren tañer,
que solo quieren la quietud del tiempo
deslizándose en las arterias,
sin noche, sin estrellas,
fluida hacia el destino inmediato
del solitario existir.

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