sábado, 29 de noviembre de 2014

La calle



Esta calle es un mar perdido. Mi isla
se refugia en cristales blancos, en horas
sin oleaje. Como un pirata desorientado,
viajo de mi a mi en busca de un tesoro
inolvidable.¿Seré yo el cofre del misterio,
la luz, la sintonia de un lugar mágico? Piso
la geometria de mil baldosas indecentes,
un rumor y otro, la soledad tras los visillos,
el ocaso de las voces como murmullos del
ayer. Mi cuerpo ama este ardid de la memoria,
el garaje, el bar donde comprendi los ecos de
la vida. El final será un sordo eclipse cuando
los años me inviten al regreso y dibuje la hojas
frías de un suburbio, una imagen que nunca fue
abril en este azul que aún resiste. La calle muere
en mis ojos caidos, porque yo ya no soy yo,
sino un rictus que insólito regresa a su paraiso,
a su rota efigie de carne, piel y sueños.

jueves, 27 de noviembre de 2014

Otra ciudad

Existe un aire donde llueven palabras. En
la memoria del tren un verso es una flecha
o un yugo o una interrogación sin nombre.
La ciudad vive en la sombra de los humos,
su aliento retráctil, sus oraciones invisibles,
su neón sin mácula, han florecido ayer o nunca.
Cualquier esquina es un paso sin ramas, las
plazas cabecean como pájaros ausentes,
murmullos de lejania se repiten igual que
una frase o un amén que se guardara en los
bolsillos rotos. Algunos dicen que hay patria,
una identidad que ha nacido de los sumideros
de la costumbre. Yo observo los equipajes del
hermano, las gabardinas que corroen la humedad
blanca, el devenir que ha muerto en el silencio.
Lo que espera ruge como un círculo infantil,
ahí encontraré esa razón que abra caminos
a la luz o a la mentira, al no ser o a la rugosa
efigie que ha sido y ya no es tiempo.

viernes, 21 de noviembre de 2014

Adolfo Bioy Casares

"Yo tengo la obsesión del viaje.
Siempre creo que voy a solucionar todo yéndome".

El encuentro



Nadie me habló del rocío
que cae en las aceras
y escribe un abril.

Multicolor el esqueje, los estambres,
la rubicunda seriedad del jardín
cuando los botines rojos de tu nombre
se alejan y un parpadeo de pájaros recuerda
el ritmo de esos discos de penumbra
en que las noches eran invencibles
y el terror de los cielos caidos
creaba burbujas en los meteoros del hambre
y sudábamos con la cruz que fue diosa del porvenir,
con los ojos ambarinos
que no miraban más allá del sudor,
con los muros de piedra ambigua
y los ecos de frases inconexas
que recibieron un si o un no de bondad.

Si supieras de la metamorfosis de la palabra
y un ángel pasajero se posara en tus hombros
de altivez o cansancio y me susurraras
las palabras insólitas de la concordia.

Y tú y yo como rios de un solo párpado
recogieramos la nocturnidad de este ajedrez
que nos llueve en la hora vacia,
en el perdón de no saberse múltiple,
hacia el dolor de la partida
en el alba rota,
aún seríamos nosotros.

A menudo recuerdo el mantel
(de cuadros rojos y blancos, sucio
como un desdén de mariposas)donde
dibujé la rotundidad de un encuentro
y retorno a la mirada, a la calle dormida
hasta que los sueños ignoren mi luz
y sea al fin olvido y nieve de un tiempo sin realidad
o perpetua memoria de infantiles epitafios,
que me lleven a dormir en el ocaso virgen del silencio.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Lucidez

Me oigo aunque ya no esté, en el silencio,
en la luz, en mi nombre. No hay raiz
que me desnude ni máscaras que me
devuelvan el ayer. Estoy en mi pedestal
de piedra como un dios caido y no quiero
otra verdad que no sea el olvido o la muerte.

lunes, 17 de noviembre de 2014

Crepúsculo

Tus manos alguna vez fueron palomas sin sur.
Su dibujo calló en los inviernos mientras la ternura
de los trenes buscó un vestido de azar en las noches
dulces. Hay esperanza en los misterios que yacen,
hay rebumbios de espejos sin querencia y carteles
de bienvenida en un color que para ti no existe, que
para nadie llora. Las calles, el cristal, la música, la luz
hospitalaria, tantos son los signos de este rompecabezas
vacío. Si un soldado fuera su margen de dias y cálculo,
si esperara un cometa en los cielos del porvenir, si su arca
no nombrara el rio o la plenitud que inesperada surge,
habría mil posibilidades de ensueño y volvería la piel
a ser un eje sin cansancio, sin premura, con la seguridad
de los ojos que fijan un candil en la soledad del futuro
y llaman a ese rostro de claridad que nos acompaña
como una oración o un cántico o un repique de lenguas
en la ceniza de un reloj. Sé que estarás observando
los bares inhóspitos, el pulcro fulgor de las baldosas
guardadas de lluvia, esos aullidos que la medianoche
oculta bajo techos amargos ante el pálido desdén
de una cicatriz insomne. Cuando un regreso es
un círculo sin luz, los horarios envejecen y solo
queda el iris inconstante de los dias perdidos,
su astuta herencia de frases lacradas, su impasible
renacer de sombra herida.











viernes, 14 de noviembre de 2014

La habitación luminosa

Yo que he sido luz sombría, una voz sin palabras,
el eco de un despertar entre faldas y murmullos,
el resplandor en los visillos de una habitación roja.
Mis fotografias como un canto en la atmósfera
de la piel, las armas del cristal y la caoba perfecta,
pulida como un dios. Y también la memoria de los
crucifijos y el hambre de la descendencia en camas
de alabastro, siempre alegres para que la vida nos diera
una razón o un silencio. Aquí mi faz de pirata o de músculo
en los dias ignorados, allí donde la estrategia fue una pausa,
la verdad un parasol que aún vive entre las curvas de un aire
varado, casi como la insondable calima, el infausto gong
que desviste las horas que hallaron sombra, la sinuosidad
de un reloj que encontró en la noche un puerto herido.

jueves, 13 de noviembre de 2014

Aquel niño

Ella nunca habló del color, no dijo si era gris
el silencio o azul la melancolia de los espejos.
Su boca de nube, su edad de mariposa, su vuelo
de pasillos fértiles floreció como un jardin de mar.
Ya lo sé, no hay plantas ni nenúfares, ni corolas
ni serpientes, ni pétalos desvaídos ni tampoco
un abril desmayado en la fiebre de la nocturnidad.
Mi hogar permanece a la espera de un sello, una
huella o un perdón. La luz o las luces, dias y noches,
cristales viejos que reposan como solitarios jinetes
de la memoria inválida. Soy yo quien anuncia
la verdad, soy yo el paso, las paredes rugosas,
los cuadros y su eterna desnudez, el don de los
fantasmas que visitaron la historia, la casa, su
eco de brillantes láminas. Estoy aqui, bajo este
núcleo de sol que trae el dia, recordando antiguas
telarañas, libros caidos o palabras que han volado
hacia el ayer y respondo a mi cansancio con
las horas lúcidas que pase siendo el niño que
compró un balón o un misterio, febril alegría
del tiempo inusual que ha roto las vitrinas
de ese círculo al que llamamos vivir o madurez,
o quizás, simple predisposición a la muerte.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Je suis malade

No soy seguidor de Lara Fabian, pero esta canción y su forma de interpretarla me gustan. Ha conseguido que me a acordara de lo mejor de la canción francesa, lease Edith Piaf, Jacques Brel o Leo Ferré.



domingo, 9 de noviembre de 2014

Por ti

Hoy que abres al aliento tus dedos
de melancolía, en un mes perdido,
en una tarde sin sombras.

Cuando corro hacia la luz
igual que si hubiera hallado
la respuesta a mis ramas y a mis ejes,
a mi motor de niño-adulto,
sin el transgresor eclipse de la infancia,
muy cerca del arco iris de la juventud,
abierto el deseo hacia un labio
que ya no es sólo palabra
sino húmeda alfombra de los dias azules.

Inventé así el múltiple ejercicio de los trenes sin parada,
de las lunas sin prórroga en la urgencia del pálpìto,
del corazón que nace una y otra vez
como loco jinete,
descabalgado, herido, risueño;
como un ser de misterio,
un príncipe que aún tuviera entre sus manos
el mito del amor o la suerte,
del futuro o del tránsito
que se dibujara en eco de campanas
bajo la carne de esta identidad
que siembra un sol hospitalario.

Nunca sabré si tu voz fue cristal o delirio,
si el curioso mensaje de las horas caidas
inventó para ti la noche como un desliz ausente
o un témpano que al fin creciera sin la escarcha del dolor.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Secretos

Esa complicidad de juegos e historias,
de círculos que asombran
los caminos de la costumbre.

Seis o siete nadas,
pitillos encendidos,
claves y nostalgia
que sobreviven a la imperfecta secuencia del tiempo.

Y es que aún estás aquí,
con tu rostro en el desliz de un auricular,
o en una ventana que gime
o en el adiós de la primavera
que ha dejado un rosal en tu nieve.

Pequeñas cosas que aman los pasillos,
la clandestina sequedad de una tarde
que ha sido en sus orillas húmeda
como un deseo.

Juntemos pues la caligrafía,
el conjuro, el silogismo,
la prefectura de un oráculo,
el galimatías
o los espejos que oyen.

Que sude el invierno un eco misterioso,
que crezca el árbol que nunca murió,
vergel de horas
que han sabido ser llama
en la memoria de un niño que atisba.